Inicialmente la OHB no tiene ninguna contraindicación. Prácticamente todas las personas podrían seguir un tratamiento sin límite de edad o de condición física. Solo algunos casos de bronquitis crónica (EPOC) o neumotórax sin tratamiento podría no ser susceptibles de seguir este tratamiento.
Consulta con nosotros y te aclararemos cualquier duda.
Durante el tratamiento notarás algunos cambios de temperatura y sensación de “taponamiento” en los oídos similar a los que se perciben en los puertos de montaña, en el avión o al sumergirte en una piscina.
La duración media de las sesiones es de 90 minutos.
Como todo en la medicina es imposible generalizar. Sería realista hablar de un promedio entre 20 y 30 sesiones pero depende enormemente de cada caso y de la evolución del mismo.
A pesar de la apariencia son poquísimos los casos de claustrofobia. La cámara tiene grandes ventanas en los laterales y en el techo que eliminan la sensación; ¡hasta puedes ver la televisión y elegir el programa!
La cámara posee un sistema de comunicación con el exterior. Podrás hablar con Jesús, el técnico de la cámara, en todo momento.
No. Los efectos del tratamiento perduran mucho más allá que el tratamiento en sí. En algunos problemas crónicos es necesario realizar ciclos de recuerdo que se diseñan a medida para cada paciente.
Es muy difícil saberlo. Existe una gran variabilidad entre las personas y también depende mucho de la patología que se esté tratando.
Cómo se suele decir: “No hay enfermedades, hay enfermos”.
Hemos ajustado el precio al máximo con descuentos muy importantes cuando se adquieren paquetes de sesiones.
Para entrar en la cámara te facilitaremos una ropa especial, de algodón, que es compatible con ambientes de oxígenos a presión.
Una vez dentro solo tendrás que seguir los consejos de Jesús, el técnico de la cámara, que tiene una gran experiencia y te irá guiando en todo momento.
Hay dos tipos de cámaras hiperbáricas. Las cámaras multiplaza en las que caben varias personas o un paciente con soporte médico. Son las que se emplean para el tratamiento de los accidentes de buceo y las intoxicaciones por monóxido de carbono. El otro tipo de cámara son las monoplaza, como la que tenemos en la Clínica El Molinón
El síndrome del dolor miofascial es un trastorno no inflamatorio que se manifiesta por dolor localizado, rigidez y presencia de puntos gatillo.
Se genera sobretodo en los músculos que mantienen nuestra postura, debido a sobrecargas, sobreesfuerzos, malas posturas, gestos técnicos incorrectos, estrés. Impidiendo que se relajen, la contracción constante limita la correcta vascularización y favorece la falta de oxígeno en el tejido lo que provoca dolor, rigidez.
El punto gatillo miofascial (PGM) es una banda tensa dentro del músculo afectado, que duele al comprimirlo, puede provocar dolor referido y disfunción motora.
La punción seca consiste en introducir una aguja de acupuntura sobre el PGM, es una técnica semi-invasiva que estimula una respuesta de las fibras afectadas, presionándolas para generar un espasmo y desactivarlas, ésta técnica contribuye también a que nuestro organismo libere sustancias analgésicas que disminuyen de forma inmediata el dolor, produciendo una relajación muscular y aumentando la elasticidad. No se infiltra ningún tipo de sustancia.
En su evolución la punción seca ha desarrollado una nueva forma de aplicación ecoguiada, que aumenta su eficacia de la cual también disponemos.
La investigación apoya que la punción seca mejora el control del dolor, reduce la tensión muscular, normaliza la disfunción bioquímica, eléctrica y facilita la rehabilitación activa.
Por lo tanto, las disfunciones musculoesqueléticas, lesiones agudas, crónicas, dolores de cabeza, de cuello, dolor de espalda, tendinitis, espasmos musculares, "ciática", dolor de cadera , rodilla, distensiones musculares, fibromialgia, "codo de tenista, de golfista", pueden curarse en poco tiempo, llegando a la eliminación total del problema.
Las Ondas de choque son ondas acústicas que atraviesan los tejidos blandos con condiciones subagudas y crónicas, originan pequeños estímulos que provocan una respuesta de neovascularización, formando tejido nuevo y favoreciendo el proceso de regeneración ,curación y evitando la formación de cicatrices.
Sus principales beneficios médicos son el rápido alivio del dolor, produciendo analgesia, la temprana restauración de la movilidad, estimular la producción de colágeno, revertir la inflamación crónica, liberar puntos gatillo y la disolución de calcificaciones.
Teniendo en cuenta que es una terapia no quirúrgica y sin necesidad de analgésicos, hace que sea una terapia ideal para acelerar la recuperación y curar diversas indicaciones que causan dolor agudo o crónico. Evitando intervenciones innecesarias y sus posibles complicaciones.
Por lo que está indicado en múltiples patologías:
Un reumatólogo es un médico que se dedica al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del aparato locomotor, constituido a su vez por el conjunto de huesos, músculos y articulaciones. Estas enfermedades del aparato locomotor se llaman también enfermedades reumáticas, y son un conjunto de alrededor de 200 procesos médicos, antaño considerados erróneamente como leves ya que pueden invalidar, y también poner en riesgo la vida del paciente. Las enfermedades reumáticas más frecuentes son la artrosis, el dolor lumbar crónico, la osteoporosis, los diferentes tipos de artritis (reumatoide, espondilitis, colagenosis, gota…), las tendinitis y la fibromialgia.
El reumatólogo se forma en Unidades Docentes de Reumatología, que habitualmente tienen su base en Servicios Hospitalarios, en los que sigue un programa específico de 4 años de duración. Habitualmente, inicia su preparación básica en Medicina Interna (2 años) para después incorporarse a los Servicios de Reumatología (2 años) donde aprende a reconocer y tratar los síndromes y enfermedades específicos de la especialidad, así como las técnicas de la misma.
Todo proceso que afecte a huesos, músculos o articulaciones es susceptible de ser valorado por un especialista en reumatología. Generalmente, el síntoma más importante que lleva a los pacientes al reumatólogo es el dolor en alguna parte del aparato locomotor. No obstante, otros síntomas también pueden ser importantes, como el hinchazón o la deformidad de las articulaciones o la limitación de la movilidad.
De una forma resumida, se puede considerar la visita al reumatólogo cuando:
Existen muchas clasificaciones de los padecimientos reumáticos. La más sencilla, desde el punto de vista de salud pública, los clasifica en cinco grandes grupos:
El equilibrio es la capacidad de mantenimiento de la posición en el espacio. La responsabilidad de esta función viene dada por la correcta interactuación de 3 sistemas:
La información de estas tras fuentes es recibida, integrada y procesada a nivel del sistema nervioso central, el cual enviará las órdenes oportunas a la musculatura tanto ocular como musculoesquelética, para el mantenimiento tanto de la estabilidad de la mirada como de la postura corporal
Definimos el vértigo como una sensación rotatoria, de que las cosas giran, o bien de que el que gira es uno mismo. Se acompaña de inestabilidad, y en ocasiones de otros síntomas como náuseas, sudoración, vómitos, etc.
El mareo es una ación del equilibrio en la que englobamos sensaciones heterogéneas como la sensación de flotación, vacío en el cabeza, inseguridad e inestabilidad, sensación de malestar y de desmayo inminente que puede acompañarse de náusea, vómito, sudoración fría y palidez.
En otras ocasiones, el paciente presenta, únicamente, inestabilidad o desequilibrio, tanto en reposo, como sensación de inseguridad al andar o desplazamiento.
Desde el punto de vista topográfico (donde se localiza la enfermedad que lo causa) se dividen en periféricos y centrales. El vértigo periférico es el causado por la afectación del laberinto (oído interno) o del nervio vestibular (que lleva la información del equilibrio desde el oído interno al cerebro), siendo el más frecuente. No es infrecuente que los pacientes presenten además, pérdidas de audición y zumbidos.
Por el contrario, el vértigo central es debido a un trastorno del sistema nervioso, y en él, el síntoma predominante es la inestabilidad o desequilibrio o inseguridad.
Los vértigos periféricos se presentan de forma más frecuente, son más aparatosos desde el punto de vista clínico, pero tiene un curso más benigno, si bien en ocasiones pueden llegar a ser incapacitantes. En muchas ocasiones se acompañan de sensación de ansiedad en su presentación pudiendo limitar la vida cotidiana de los pacientes.
La causa más frecuente es el vértigo posicional paroxístico benigno, en el cual el paciente sufre un vértigo muy violento al adoptar determinadas posiciones.
La enfermedad de Meniére se manifiesta como crisis de repetición que acompañan de pérdida de audición, zumbidos y sensación de presión auditiva.
La neuronitis vestibular es la inflamación del nervio vestibular que se manifiesta como una crisis intensa de días de duración y altamente incapacitante para el sujeto.
Existen otras múltiples causas, muchos más infrecuentes, pero que deben de ser descartadas por la importancia que conllevan, tales como neurinomas del acústico, esclerosis múltiple, etc.
El diagnóstico de las diferentes formas de presentación viene dado por la conjunción de la entrevista del paciente, la exploración otológica, audiológica y neurológica. Como pruebas complementarias es necesario en ocasiones es preciso realizar estudios de imagen o analíticos.
En muchas ocasiones el diagnóstico se apoya en la realización de exploraciones instrumentales que nos informa de la funcionalidad de los diferentes receptores del oído interno, a través de su manifestación en el movimiento ocular (reflejo vestíbuloocular), Estas exploraciones son la VNG (videonistagmografía) y V-Hit.
No todas las formas de presentación del vértigo tienen un mismo tratamiento. Así, el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB) se trata a través de maniobras de movilización del paciente para que las partículas responsables de la aparición de las crisis se depositen en el utrículo del laberinto posterior.
En otras ocasiones el tratamiento está orientado a solventar la crisis aguda y explosiva del vértigo, para posteriormente administrar fármacos que ayuden a compensar a nivel cerebral el déficit que ha desencadenado la sintomatología.
En algunas patologías, tal como la enfermedad de Meniére, si bien el control que se obtiene con las medidas dietéticas y farmacológicas alcanza el 70-80 %, en ocasiones es preciso aplicar tratamientos más invasivos, tal como la inyección intratimpánica de fármacos para controlar la presencia de las crisis.
En cualquier caso la recuperación funcional tras las crisis de vértigo se consigue a través de la estimulación de la compensación central, la cual se puede acelerarse mediante programas de rehabilitación vestibular con posturografía